Entre más investigas sobre el cazahuate, más encuentras y menos entiendes; adéntrate en su sofisticada tecnología natural.
Su presencia discreta hace que pase desapercibido casi todo el año. A pesar de ello, el árbol del cazahuate (Ipomoea murucoides) abunda entre la flora local; tupe diverso al paisaje tepozteco por su peculiar estructura. Cada uno tiene una personalidad radicalmente distinta. Lejana de formas cuasi homogéneas como las del tepehuajes (Lysiloma acapulcense), esta especie –cuya relación con el reino fungi es estrecha– tiene increíbles propiedades medicinales. Su tronco, fibroso por dentro, lo dota de una vida efímera que se transforma rápidamente en abono.
En su momento, el cazahuate fue quizá axioma de la cultura local; hoy, un elemento “colateral” del entorno. Pero aún así, es posible que este árbol influya de formas insospechadas a la vida tepozteca.
Nombre común: Cazahuate Sinonimia popular: Cazahuate blanco, cazahuate manso, ozote, palo blanco, palo bobo, palo del muerto, lonche. Nombre científico: Ipomoea murucoides Familia: Convolvulaceae Origen: Nativo de México |
Clima: Semicálido, semiseco y templado Altura máxima: 9 metros Hoja: Pecíolo Flor: Sépalo Semilla: Elipsoide Fruto: Fruto ovoide simple, seco, que abre al madurar |
La psicogeografía del cazahuate
En época de lluvias, brotan de algunos de estos árboles –sobre todo de partes muertas– unos hongos comestibles. El hongo del cazahuate (Pleurotus ostreatus) es casi siempre blanco o grisáceo. Su delicada forma bien podría ser el reflejo vivo de su sabor; es simplemente exquisito y también nutritivo (está lleno de ricos aminoácidos).
Durante el temporal, cuando las montañas vibran verde y la niebla –idílica como es– se integra al paisaje, el cazahuate para algunas personas se vuelve un campo magnético que modifica las rutas de tránsito. Ya no se camina sobre los senderos trazados, se sigue un mapa mental que evoca los recuerdos del cazahuate: “Estaba ahí, pasando el río de piedras volcánicas, rodeado de muchos ocotillos. Creo que vi otro medio muerto por donde estaban pastando los cebúes”.
Así, tal vez en un nivel más inconsciente, el trayecto de ida o vuelta a la casa se transforma en un bello proceso de observación del entorno para encontrar al codiciado hongo. Gran parte del cuerpo de los fungi se encuentra bajo tierra; el hongo es el equivalente a la fruta de una planta. Es por ello que se pueden cosechar hongos de un mismo cazahuate, una y otra vez, hasta que terminen las lluvias –si es que alguien no los encuentra primero.
Las cualidades medicinales de este árbol
El origen del nombre de este árbol proviene del náhuatl cazahuatl, posiblemente de la conjunción “cuahuitl, árbol, y zahuatl, roña, llaga, grano”, que alude a la textura de su tronco. Curiosamente, una de sus principales propiedades medicinales atiende justamente eso. De hecho, existe una teoría –popularizada por el gran alquimista suizo Paracelsus, durante la primera mitad del siglo XVI– que sostiene que las plantas medicinales tratan a las partes del cuerpo a las que se asemejan. La Doctrine Signature desarrolla que “las personas interpretan las ‘firmas’ a través de la semejanza de una parte de la planta con el órgano que trata o la similitud del color de la planta con el color de los síntomas”.
Hasta donde se tiene registro, el cazahuate sirve principalmente para tratar problemas de la piel y la caída del cabello. Para el segundo caso, “se hierve la planta y con el líquido resultante se ‘friega’ la cabeza después de lavar el pelo. El tratamiento consiste en administrar de forma externa el cocimiento de la flor, hoja, tallo y corteza”, según muestra la Biblioteca Digital de Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM. En otras regiones del país, más allá del estado de Morelos, se usa para tratar golpes, reumas, inflamación del estómago, dolor de muelas, entre otros males.
Esta especie embelesa. Entre más buscas sobre ella, más encuentras y menos entiendes: la tecnología natural tiene una sofisticación imposible de asir. La lista de cualidades medicinales continúa. Para tratar picaduras de araña capulina (viuda negra) o tumores cancerígenos, “se emplean las hojas en cocimiento y se administra como agua de uso, o bien, se baña al enfermo con el mismo preparado pero acompañado con ramas de huizache (Acacia farnesiana)”.
El hongo de este árbol también está incluido dentro de la farmacopea mexicana. Se acostumbra tomarlo como infusión, una vez que el hongo está deshidratado, y sirve “para reducir el colesterol y triglicéridos en la sangre, mejora el funcionamiento del metabolismo, controla la diabetes, la alta presión, mejora el sistema nervioso, alivia la colitis y el estreñimiento”, entre otras cosas. Todo este conocimiento, sin embargo, se ha ido diluyendo entre la población de Tepoztlán, posiblemente junto con muchas otras propiedades que no se han documentado.
Un recordatorio (cortesía del cazahuate)
Las plantas suelen ser vistas como seres secundarios del mundo, pero lo que podemos ver desde una perspectiva etnobotánica es que han dado forma a nuestro pasado, modelan el presente y seguramente diseñarán el futuro. Es difícil concebir un plano de existencia que no esté vinculado con las plantas: nuestra economía, cultura, gastronomía y salud son una respuesta directa a las relaciones que hemos establecido con ellas a lo largo de los años.
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La energía del cosmos entra a la biósfera –y posibilita la vida– gracias a la habilidad fotosintética de las plantas. Este milagro bioquímico dota a diferentes especies de una diversidad química vastísima de la que dependemos a grados difíciles de dilucidar; solo en el campo de la medicina, gran parte de los fármacos más usados provienen directamente de las plantas.
Ligado al pulso antropocéntrico, el ser humano se ha adjudicado el título de arquitecto del mundo, sin tener realmente fundamentos para hacerlo. ¿Qué tanto de nuestra identidad y cultura en realidad se ha desprendido de la relación bidireccional, simbiótica, que tenemos con las plantas? Quizá más de lo que pensamos.
Pensar hoy en este árbol podría ser una forma de desplazar –momentáneamente– nuestro punto de anclaje y revelar, así, la manera en la que nos enunciamos en el mundo. Te invitamos a conjurar al cazahuate, a este ente arcano arraigado a su territorio; a tenerlo presente y entregarte al misterio de la injerencia que pueda tener sobre tu vida.