26 / 09 / 2022
Identidad y cultura

Cruz de pericón: la forma y aroma que nos protege

La cruz de pericón es uno de los elementos simbólicos más característicos de Tepoztlán cuya esencia sutil en todo sentido protege y encanta.

De todos los regalos sensoriales que ofrece Tepoztlán, la llegada del pericón es uno de los más hermosos. Cada año, durante las últimas semanas del temporal, en los cerros y valles de Tepoztlán brotan las flores de pericón (Tagetes lucida) –de un día para otro, anunciando los últimos alientos de lluvia–. Y justo en estos días, cada barrio, pueblo y colonia del municipio cuelga en casas, autos, milpas y altares una cruz hecha de la misma.

La cruz de pericón   

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Foto: La Tepozteca

El 28 de septiembre transitan por los cerros personas entre pasto húmedo, charcos y árboles, para cortar flores de yauhtli, como se le llama en náhuatl a esta hierba de Tláloc. Por las calles, si el día es nublado, desfilan estáticos puestos con cruces de pericón que a lo lejos lucen borrosos entre la bruma y el humo de los anafres. Ya de cerca, se pueden apreciar acomodadas como platos sobre una mesa, una sobre otra. Algunas son cruces sencillas, otras dobles (una grande bajo una pequeña) que expresan la belleza de las geometrías floral y humana. 

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Foto: Blog San Miguel Tepoztlán. Altar a San Miguel Arcángel en la iglesia del barrio de San Miguel, Tepoztlán.

Conforme avanza el día, las cruces de pericón aparecen por todas partes: colgadas en las milpas, las puertas de las casas y los coches. Se cuenta que el 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel –el encargado de vencer a Satanás— el diablo anda suelto y camina por las calles. Y es que, dicen, es el día en el que Miguel Arcángel destierra a Lucifer del Cielo; de hecho, como explica el blog del barrio de San Miguel, “la lucha se dio sobre un campo en donde estaban sembradas las flores del pericón, y fue el escenario de la victoria del Santo”. Por eso, las cruces se colocan el 28 para proteger a los espacios y a las personas del mal y se dejan ahí hasta el año entrante. “San Miguel, después de san Marcos, es el santo que en la cosmovisión nahua cuida y defiende la nueva milpa y la cosecha en contra de los ‘malos aires’. En un contexto rural determinado por las características del clima y por la morfología abrupta del territorio, el agua es el eje central de la vida campesina”, dice Gregorio Serafino, académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Estas fechas coinciden con la cosecha del maíz y las primeras elotadas

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Foto: Zona Centro Noticias

Desde tiempos prehispánicos, el pericón ha tenido un lugar protagónico en diferentes ritos y rituales. Esta hierba, por ejemplo, se usaba para agradecer a Tláloc por las cosechas. Por la increíble sincronía que existe entre el calendario agrícola prehispánico y las fiestas católicas, no puede sorprendernos que haya trascendido la historia. 

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Foto: Tláloc. Códice Borbónico, lám. 7. Revista Arqueología Mexicana

Este amuleto que se comparte y hace colectivamente, además de proteger y propiciar el bien, es un objeto que invita a la contemplación y valoración de una de las cosas que distingue, inquebrantable, a Tepoztlán: las costumbres y tradiciones enraizadas en este territorio, como también lo está su gente –de diferentes barrios, colonias y pueblos–. 

Quizá solo las personas más atentas o con intuición acentuada pueden ver, en todo lugar o contexto, el paso del tiempo y entregarse al mundo natural que embelesa; comulgar con él en lo matérico, pero también en lo simbólico. Pero es cierto, no se puede negar, que hay territorios que nos acercan a ese tipo de poesía sin esfuerzo alguno. Tepoztlán es uno de esos sitios que arroba los sentidos, y la temporada de las cruces de pericón es un perfecto ejemplo de ello.  

Cada año, durante las últimas semanas del temporal, en los cerros y valles de Tepoztlán brotan las flores de pericón (Tagetes lucida) –de un día para otro, anunciando los últimos alientos de lluvia–.

Gastronomía y medicina  

Además de ser el cuerpo de las cruces, el pericón se usa también en la gastronomía. Los elotes tiernos se cuecen con un poco de pericón y adquieren, en su tierna dulzura, un sabor anisado y fresco difícil de describir. 

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Foto: Zona Centro Noticias

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En el rubro de la farmacopea tradicional, por ser una planta de cualidad caliente, se usa sobre todo “en trastornos digestivos, principalmente para dolores de estómago. También se le emplea en cólico estomacal o menstrual, diarrea, disentería, empacho, tifoidea y vómito.”

El Tiempo del pericón

Ese improbable encuentro entre la fortaleza natural que –sin importar si llueve, truena o relampaguea– perdura en el tiempo y una esencia sutil que en todo sentido encanta. Ese es el pericón, una hierba erecta de 30 centímetros a 1 metro de altura, con tallo delgado y resistente; sus flores, cabezuelas agrupadas en racimos de color amarillo denso. De todas sus características, sin duda, ninguna como su aroma.

El olfato es uno de los sentidos que tal vez pasan más desapercibidos y, sin embargo, uno de los más determinantes de la existencia. Nos sumerge en aromas que transportan a planos alternos –para algunas personas espirituales–. Invoca memorias de las formas más nítidas y es parte del reino onírico; como brújula, señalan nuestras afinidades y resistencias.  

Etéreo, el mundo sutil al que nos acerca este sentido que nunca duerme, revela los rincones más profundos de la conciencia. La flor de pericón, su compleja ánima, nos invita a oler el tiempo, no el humano, sino el de la Tierra –que con ciclos expresa en instantes el paso de millones de años–. 

En forma y aroma, la cruz de pericón nos deja una lección: es posible tocar y oler el Tiempo. Cada año, esta flor brota y nos invita a aprender de ella, cultivando sus ritmos y melodías perfumadas. Nos recuerda, también, de aquel pulso originario que busca siempre sanarse con lo que da la Tierra.

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