La Fototeca “Tepoztlán en el tiempo” es un bello proyecto que muestra el pasado de estas tierras para invitar a imaginar sus posibles futuros.
En su momento, las fotografías fueron un formato realmente innovador; hoy, son en muchos casos una extraña figura inserta en la vida digital y social de las personas. Pero cuando vemos imágenes viejas sucede algo distinto: se desplaza la mirada y podemos, por un instante, recuperar el asombro que permite este dispositivo. Cuando hablamos de una fototeca, entonces, se abre una puerta al pasado con una invitación a atravesarla.
Quizá por esa curiosidad nostálgica que convoca lo antiguo, fue que, hace cerca de 20 años, Mario Martínez Sánchez decidió armar un calendario con algunas fotos viejas que encontró a su paso. Pero lo que empezó con 20 fotografías, hoy es un archivo de cerca de 20 mil y, también, un proyecto que ha acompañado a Mario desde entonces: La Fototeca “Tepoztlán en el tiempo.”
Psicólogo de formación, Mario se vio confrontado con la necesidad no solo de recopilar la mayor cantidad de imágenes posibles, sino de reconstruir la historia detrás de cada una; tocando de puerta en puerta y buscando en todo documento o registro histórico que le diera pistas. Porque, teniéndolas de frente, supo que esos paisajes y retratos tiene algo que contarnos, algo importante. Y es que, a través de ellas, el territorio habla.
La fototeca y el Tepoztlán que fue
¿Cómo te imaginas a Tepoztlán hace 100 o 50 años? Vienen a la mente valles salvajes, personas transitando con otro ritmo las calles, construcciones vernáculas, cerros tupidos de flora y fauna, y otro paisaje sonoro. Pero las fotos viejas, mirarlas, son el acto que concreta esa fantasía y constata los hechos (captados por el lente). Lo interesante es, entonces, qué hacemos con eso que observamos en ellas. Para Mario, el objetivo de la fototeca es simple: “resignificar el tiempo-espacio en este devenir sociohistórico para revalorar el presente. Reconocer ese Tepoztlán y contrastarlo con lo que está pasando ahorita”, nos platicó el también autor del libro Tepoztlán, voces de un pueblo suriano (2020) .
La fototeca es una especie de brújula. El proceso de recopilar, organizar y digitalizar las imágenes, culmina en el momento en el que la población se enfrenta al material. De cada 10 fotos que publica Mario en las redes sociales, alrededor de 7 logran ser identificadas desde un esfuerzo colectivo. Ese mapeo le da un valor adicional a la fototeca, porque es una forma de hacer memoria; se recuerda no de forma estática, sino desde un presente que reclama su destino o que, por lo menos, se pregunta por él.
Ver el Tepoztlán que fue, mueve fibras profundas. Porque, como dice Mario, queda claro que recuperarlo es imposible. Las imágenes de la fototeca cumplen ahí una función: los cambios del paisaje tangible e intangible de este sitio son inevitables, pero no así la posibilidad de imaginar formas de interactuar con él desde un lugar que apueste por el pulso de la vida, por su riquísima diversidad (que desde siempre resiste a la cultura homogeneizante).
Esta fototeca es un bello ejemplo de los esfuerzos cotidianos y continuos que cultivan, a la larga, algo más allá de lo evidente. “Se trata de preservar lo que nos dejaron los abuelos y el entorno ecológico; de fomentar, desde la imagen, la transmisión intergeneracional de conocimientos”, dice Mario. Eso podría ser desde revitalizar y valorar la siembra de la milpa, hasta re-conocer la dimensión sagrada de los cerros.
Cómo funciona la fototeca
Mario tienen todas las fotografías guardadas en su casa, pero desde su cuenta de Facebook comparte alguna de ellas, junto con muchos otros materiales que, si bien no tienen que ver directamente con la fototeca, son una extensión inevitable de ella. También, aunque mucho menos en tiempos de pandemia, organiza exposiciones abiertas al público en el zócalo.
Estando expuestos a la riqueza del material que tiene Mario y a la apasionante labor a la que se ha entregado, es imposible no imaginar que su proyecto se transforme en otra cosa y desear, por ejemplo, que encuentre su próximo hogar en un museo local.