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16 / 04 / 2022
Identidad y cultura

La milpa, el generoso microcosmos que sostiene a México

La milpa es un ecosistema perfecto, que aporta el sustento alimentario y nutre, también, la identidad cultural y el espíritu.

Más allá de ser un cultivo tradicional en los campos mexicanos, la milpa es una suerte de microcosmos confeccionado en Mesoamérica, que ha servido desde hace siglos como sustento alimenticio y lienzo cultural para los grupos de la región.

Cuando pienso en milpa pienso en un modelo “perfecto”, creado por el ser humano en colaboración con la naturaleza. Por perfecto me refiero a un sistema en equilibrio pleno, que cumple sus funciones de manera inmejorable y que es auto-sostenible.

Pero la milpa no solo es perfecta, sino que su perfección es tridimensional. Sus atributos los manifiesta no solo exteriormente, en la sinergia de los cultivos que incluye, también se replica en el interior del organismo, en un plano nutricional y, finalmente, en su capacidad para hacer germinar riqueza cultural.

Milpa ubicada en los linderos entre Ocotitlán y Amatlán. Foto: La Tepozteca.

Un ecosistema inmejorable

Equilibrio y abundancia son las cualidad que resumen lo que ocurre al interior de una milpa, la interacción entre sus elementos:

El tallo del maíz se alza, hasta tres metros, y sirve como eje para que el frijol, planta trepadora, se sostenga; a cambio, el frijol amplía el suministro de nitrógeno al maíz, uno de los nutrientes que más necesita este último para desarrollarse. La calabaza es rastrera, crece en la base de la mata de maíz; así ayuda a conservar la humedad en el piso y, por la estructura de sus hojas y una sustancia que libera, a proteger al resto de ciertos animales e insectos.

Dentro de la milpa crece una gran variedad de hierbas silvestres, los quelites, cuyo sabor y valor nutricional complementan admirablemente al resto. Cuando se incluye el chile, que generalmente se siembra en los márgenes de la parcela, la planta funge como como escudo al resto del cultivo, ya que ahuyenta diversas plagas. En muchos lugares de México los campesinos separan sus parcelas, donde se siembra la milpa, por hileras de nopales o magueyes, plantas que también aportan insumos importantes a la tradición alimenticia del país.

Al ser un policultivo, no desgasta la tierra tanto como los cultivos únicos, lo cual facilita el no utilizar fertilizantes químicos ?pues además el rastrojo, aquello que queda después de cosechar, sirve como abono natural para el siguiente ciclo de siembra. Pero la generosidad milpera no termina ahí, ya que este policultivo atrae diversos animales, lo cual facilita la caza y, en general, actúa como imán de abundancia. Finalmente,  la milpa es un “ecosistema donde se favorecen interacciones ecológicas benéficas (control biológico de insectos, fertilidad del suelo y polinización) brindando diferentes beneficios a las especies que en ella conviven”. 

La dieta de la milpa

Pasemos ahora a otro plano de la perfección milpera, el que refiere a los atributos nutricionales que proveen sus elementos en conjunto; lo que se produce en la milpa, además de delicioso, presume un asombroso equilibro nutricional.

El maíz y el frijol aportan sustanciosamente vitaminas, aminoácidos, proteínas y  minerales ?en el caso del primero, sus cualidades aumentan cuando se nixtamaliza; vale la pena mencionar que las bondades de estos dos alimentos se potencian cuando se consumen simultáneamente. La calabaza contribuye con nutrientes diversos y una buena cantidad de fibra, mientras que el chileaporta Vitamina A y C, además de proveer altas cantidades de magnesio, potasio, hierro y sodio. En pocas palabras en la milpa se conjuga una combinación de alimentos que responde plenamente a la demanda de nutrientes de una persona.  

“La fuerza de la milpa no está en la productividad del maíz o del frijol o de la calabaza o del chile o del tomatillo medidas por separado. Su virtud está en la sinérgica armonía del conjunto. Su eficacia no le viene de las partes sino de su entrevero, de su abigarrada simbiosis”, dice Armando Bartra.

Para profundizar en las virtudes nutricionales de la milpa puedes consultar  aquí “La dieta de la milpa”, publicado por la Secretaría de Salud.

Un fertilizante cultural

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Recorrido de agradecimiento tras completar la Milpa del Santo, en Tepoztlán. Foto: Rafael Maldonado Estevez.

En torno a la milpa, a su cultivo y consumo, ha florecido una fascinante cartografía cultural, repleta de leyendas, de tradiciones y técnicas; la milpa figura en incontables mitos, a ella se le llevan ofrendas, se le viste con flores o se le canta; por ella se dialoga con las deidades de la naturaleza y se invoca su generosidad.

La milpa es un escenario donde mucho ocurre: exige colaboración, y propicia la colectividad, estimula la cohesión familiar y comunitaria; ofrece un rico sustento y es un ingrediente esencial en la economía familiar de los mexicanos, pues favorece la autonomía alimentaria; sus distintas etapas se asocian a festividades, combinando el calendario natural con fiestas religiosas y ritos sociales, genera encuentros y rituales, inspira danzas y, en síntesis, nutre la identidad cultural. Es decir, paralelamente a su función alimentaria, la milpa propicia el cultivo de un boyante tejido cultural.      

Hagamos milpa

Hacer milpa se refiere estrictamente al acto de sembrarla. Pero podríamos afirmar que también “se hace milpa” conociendo sobre ella, entendiendo lo mucho que enriquece nuestro patrimonio biocultural y, por supuesto, consumiendo los deliciosos productos que en ella se cultivan. Es decir, se hace milpa, también, valorándola.

La milpa en Tepoztlán

Tepoztlán es uno de los lugares que aún se distinguen por mantener un buen número de cultivos de maíz nativo para abasto familiar o para comercio a pequeña escala. Aquí el vínculo cultural con el maíz, con su siembra, es todavía bastante fuerte. Incluso se sigue practicando, aunque ya en pocos barrios, la tradicional “Milpa del santo”, en la que participa la comunidad en el cultivo y cosecha de una siembra colectiva. Apenas empieza el temporal es común encontrar milpas junto a caminos y ya adentradas en los campos y faldas de los cerros. Además, por fortuna, aquí todavía es mucho más probable encontrarte con buenas tortillas –nixtamalizadas, hechas a mano, de maíz nativo–, así como con otros productos de milpas locales, como calabazas, frijol y algo de chile. Esto se agradece cada día.

* Esta nota (con excepción del último párrafo dedicado a Tepoztlán), fue originalmente publicada por nuestros amigos de masdemx.com.

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