San Juan Tlacotenco, uno de los pueblos del municipio de Tepoztlán, es un lugar con una cultura, naturaleza e historia vibrantes.
San Juan Tlacotenco, desde arriba de los cerros, contempla a la distancia el valle central de Tepoztlán. Aquí arriba se miran danzar las nubes con un movimiento interminable. “San Juan” sabe a niebla y fogón, es un lugar realmente hermoso, con una rica historia y un paisaje privilegiado.
De los ocho pueblos que integran a Tepoztlán, este es el más húmedo y frío, incluso en secas. Esto se debe a su altura, pues se encuentra a casi 2 mil 400 metros sobre el nivel del mar, incrustado en el corredor biológico Chichinautzin, y se caracteriza por tener bosque de pino-encino, bosque de pino y bosque mesófilo de montaña.
Este es un lugar con una cultura, identidad e historia propia, y una naturaleza riquísima. Sería imposible identificar todos lo elementos que hacen a San Juan Tlacotenco tan especial, pero si quisiéramos enlistarlos, podríamos hablar de su iglesia, su fiesta patronal, la antigua estación de ferrocarril, su entorno natural, los túneles y cuevas de lava que tiene bajo la tierra y su cercanía con el Tlahuiltepetl (cerro de la luz), que es el más alto del valle de Tepoztlán.
Junto con Santa Catarina y San Andrés de la Cal, San Juan Tlacotenco es una de las 35 comunidades nahuas reconocidas en Morelos. El nombre original en náhuatl de esta comunidad es Tepecuitlapilco, según el libro Tepoztlán en un Laberinto. Pero también Tlacotenco proviene de esta lengua originaria: “tlacótl, jarilla, y luego tentli, orilla, y de co. En la orilla del jarilla”, como explica la publicación de Nombres geográficos indígenas del estado de Morelos de Agustín Robelo Cecili.
Como pasa en muchos pueblos, barrios y colonias de Tepoztlán, San Juan Tlacotenco es una muestra viva del diálogo constante que hay entre la cultura y la naturaleza. Se trata de un lugar único, y que entre más se conoce, más se aprecia.
La iglesia San Juan Bautista
Esta iglesia es un ejemplo perfecto de que las cosas más hermosas muchas veces son las más sencillas. Las piedras careadas dominan la escena y dotan al espacio de un olor sutil de humedad que rápidamente cambia el ánimo. Cuando se baja el ritmo de la respiración, uno se da el tiempo de apreciar cada detalle: ver la luz pasar por los vitrales e iluminar cálidamente un espacio frío y sereno, y escuchar gloriosas a las campanas. Este templo cuenta con una iglesia pequeña en la entrada y una nave al fondo, donde se llevan a cabo las misas y fiestas más importantes.
La iglesia San Juan Bautista estuvo a cargo de frailes dominicos que llegaron a la región. La construcción es del siglo XVIII y en algún lugar tiene una joya aún más antigua: piedra prehispánica incrustada de un Ahuítzotl. Se trata de una deidad cuyo nombre significa “el espino de agua” o “perro de agua”. Es un mamífero muy similar a un perro y está asociado a las corrientes de agua. Su cuerpo tiene una cola larga que termina en una pequeña mano que usaba para tomar a sus enemigos y hundirlos en las profundidades del agua.
Fiestas de San Juan Tlacotenco
Las fiestas son parte de la vida cotidiana en todo el municipio de Tepoztlán. Las más características de San Juan Tlacotenco son su fiesta patronal y la petición de lluvias.
En la patronal se celebra a San Juan Bautista y es el mayordomo quien se encarga de organizarla. Ocho días antes de la fiesta, el 24 de junio, empiezan los rosarios. La procesión se hace un día antes, donde se recorren varias calles del pueblo. A esta celebración asisten personas de muchas partes: visitantes de otros pueblos de Tepoztlán y lugares como Milpa Alta y San Francisco que llegan con promesa. A todos los recibe la bella fachada de la iglesia decorada con hojas y piñas de pino.
En esos días, y sobre todo para aquellos que no tienen parientes o conocidos en San Juan, espera una comida que también organiza el mayordomo. Uno de los preparativos de esta fiesta es bañar con tomate verde al santo y no es hasta el 29 de agosto que se decora con rojo para recordar la sangre derramada del mártir.
El ritual de petición de lluvias es una celebración icónica de San Juan —que también hace el pueblo de San Andrés de la Cal con sus respectivos ritos y rituales—. Sin entrar a detalle, se trata de un momento dedicado a pedir un buen temporal para las cosechas. Para eso se llevan ofrendas lugares como a la cueva Tonalzohuatl (Mujer de luz), entre otros sitios sagrados.
Con los aromas que desprende el mole, los tamales, el pulque y el jerez, por nombrar algunos, se honra a los aires. Es un momento de danza y canto, rodeado de humo del copal. Cuando terminan de llevar las detalladas ofrendas, regresan las gentes a comer y convivir agradecidas.
En San Juan Tlacotenco la naturaleza es cultura
Ahí, subiendo por la carretera hacia San Juan, empieza a cambiar el clima y el paisaje. Se miran árboles y diferentes especies de plantas que son parte de la identidad del pueblo.
Este lugar se caracteriza por el cultivo de nopal, en muchos casos de forma orgánica, que se transforman en diferentes productos como escabeches y mermeladas; los agapantos (Agapanthus africanus), aunque no son nativos, forman parte de la economía local y decoran muchos de los jardines familiares; el pastoreo y la milpa son elementos fundamentales de su actividad agrícola, como pasa en muchos otros sitios de Tepoztlán. Como ningún otro pueblo, los hongos abundan en San Juan. Especies varias visten hermosos los bosques durante el temporal y algunos terminan en deliciosos guisos.
La estrecha relación que los locales tienen con la tierra puede apreciarse en sus huertos familiares, un espacio esencial donde se preserva su cultura y tradición. Además de los elementos alimentarios, hay varias especies que forman parte de la medicina tradicional de San Juan.
La fauna es vasta. En los cerros habitan tejones, armadillos, tlacuaches, cacomixtles, conejos, teporingos, víboras de cascabel oceladas y las pigmeas mexicanas, y una gran variedad de aves. Hay también, aunque se ven con mucha menos frecuencia, coyotes, venados cola blanca y linces. Es posible que, ocultos, sigan habitando ahí unos pocos felinos característicos del Parque Nacional el Tepozteco. Cuentan los habitantes que antes se podían ver ocelotes, y hasta pumas.
La antigua estación de ferrocarril
Uno de los sitios más icónicos de San Juan es la vieja estación de ferrocarril El Parque. Actualmente, es una acogedora tienda donde habita la familia de Don Héctor, en paz descanse, quien fue el último jefe de estación y telegrafísta. Ahí se conservan los registros que se llevaron de los trenes y hermosas imágenes de aquellos tiempos.
Esta estación fue construida en 1873 y era una parada en el trayecto que iba de la Ciudad de México a Cuernavaca. El tren era de carga, pero también llevaba pasajeros. Dejó de operar hace alrededor de 35 años.
Cerca de El Parque se encuentra el idílico cementerio de San Juan, una de las entradas para subir al Tlahiltépet (cerro de la luz) y la emblemática cancha de basquetbol. En ese hermoso camino, de pronto se sienten fuertes corrientes de aire frío que salen de algunas de las cuevas que se asoman por los muros.
Cuevas de San Juan
Una de las cosas que hace a San Juan único en todo México son las cuevas subterráneas que se encuentran en el pueblo. Sus tierras albergan el sistema de tubos de lava más largo de América: el sistema Tlacotenco. Hay enormes cuevas y túneles de grandes extensiones, como se puede apreciar en estos mapas. Desde una perspectiva geológica es fascinante, pero también desde la cultural e histórica.
Recordemos que estas cuevas, a las que se les trata con mucho respeto y cuidado, se usan para hacer rituales, son lugares sagrados en todos los cerros que hay en el municipio. Estas viejas formaciones naturales han visto el tiempo pasar: los primeros pobladores del lugar, los pasos de la conquista y las batallas durante la revolución. Muchas de las cuevas que hay en Tepoztlán fueron usadas por pobladores para esconderse de las fuerzas carrancistas en aquellos años de lucha. San Juan fue un lugar estratégico durante esta época, porque su altura permitía avistar al enemigo a la distancia y prevenir a las comunidades.
San Juan Tlacotenco, con cerca de 2 mil 200 habitantes, es un ejemplo de que parte de la belleza de Tepoztlán reside en su increíble diversidad. Es un mundo aparte que nos recuerda: la riqueza del territorio siempre será más grande que nuestra habilidad para conocerlo.
*Foto de portada con imágenes de San Juan Tlacotenco blogspot.
San Juan, en datos
- Lenguas: español y náhuatl
- Altura: 2,368 m
- Tipos de bosques: bosque de pino-encino, bosque de pino y bosque mesófilo de montaña
- Población: 2,249 habitantes