
En Tepoztlán, un grupo de mujeres decidió organizarse para cuidar los cerros.
Una buena tarde, regresando del cerro, se sientan dos personas y se dicen en voz alta: “Hay que armar una brigada de mujeres“. Cuando lo platican entre conocidos, las escuchan con incredulidad. Nunca hubieran pensado que, como cuentan, hoy son la cuarta brigada de mujeres de México y la primera de Morelos.
Angélica Ayala, mejor conocida como “La tía”, y Adriana Mora, también conocida como “Adrix” son las fundadoras de la Brigada Forestal de Mujeres Tepeyollotl, del náhuatl “corazón del cerro”. Con este nombre cuentan un cachito de lo que inspira y mueve a las ahora 30 integrantes, porque cuidar a los cerros verdaderamente no solo implica protegerlos de los incendios, sino cuidar y restaurar el ecosistema natural y humano de los diferentes pueblos, barrios y colonias del municipio. “Los cerros son nuestra casa. No es solo ese espacio geográfico o territorio físico, es todo lo que hay alrededor de ellos: las historias, las relaciones y eso es invaluable”, dice La Tía.
La historia de las fundadoras está atravesada por la historia de la resistencia de Tepoztlán: desde el tren escénico y el cablebús hasta el club de golf y la autopista. La conformación de esta brigada es una manera de honrar la lucha y seguir con ella, recuperando la voz de las mujeres que sueñan desde tiempos lejanos con lo que también sueñan los cerros.

Espacio de diverso de mujeres
En todas esas luchas en defensa de estas tierras, hubo mujeres. Algunas tienen nombre —Doña Kata, Lorena, las miembras fundadoras de Guardabosques, entre muchas más— y otras permanecen anónimas. “Necesitamos que las nuevas generaciones las conozcan”, dice Adrix. “La defensa del territorio está llena de mujeres, pero casi nunca se les nombra. Hasta desconocemos el nombre de la madre del Tepozteco; de ella solo se dice que es una doncella y hay que llamarla por el suyo, como Mayahuel, la que da vida”, dice La Tía.
En cuanto vio oportunidad, La Tía aplicó a una convocatoria de defensa del territorio. Con eso pudieron comparar algunas herramientas, y luego encontraron quién las usara: abrieron las puertas de la brigada a otras mujeres.
La brigada se pensó desde el principio como un espacio inclusivo. “Queríamos que cupieran todas, sin importar si nacieron o no en Tepoz”, cuentan. Hoy hay brigadistas de entre 11 y 66 años: diseñadoras, maestras, madres, estudiantes, mujeres que trabajan en diferentes espacios y entornos que hoy afinan sus voluntades para velar por los cerros.

Al inicio, en la primera reunión de junio de 2025, antes de enfocarse en temas de herramientas o brechas, buscaron establecer un vínculo honesto. “Si no hay unión y reconocimiento entre nosotras, no hay trabajo posible”, dice Adrix. Se trata de un comienzo que, de fondo, busca establecer el tipo de cohesión y respeto que tanto necesitan, también, los cerros de su pueblo.
Después vinieron los entrenamientos técnicos: caminar los senderos que Adrix conoce tan bien, usar las herramientas con ayuda de diferentes compañeros. También recibieron el apoyo del Centro Libre para las Mujeres y de la Instancia de la Mujer de Tepoztlán. Nunca hubieran imaginado todo el apoyo que recibirían: al principio “no sabíamos si entrar de guardabosques”, confiesa Adrix. “Sí nos tomaban en cuenta, pero aún hay lugares donde te limitan”. Sin embargo, la respuesta fue sorpresiva: “Fue la mejor noticia que les dimos —dice entre risas—, y desde entonces nos apoyan mucho.” Y hoy la brigada de Tepeyollotl existe también como un espacio para que las mujeres puedan cuidar los cerros “sin miedo a sentirse juzgadas”, dice la La Tía. “El territorio no tiene género y nos afecta a hombres y a mujeres y nosotras podemos participar y tomar decisiones que generen un bien común para la comunidad; que nuestra voz sea escuchada y sea tomada en cuenta”, añade.

El trabajo de la Brigada
Las brigadas trabajan durante todo el año. En temporada seca hacen brechas, vigilancia y dan mantenimiento. Durante el temporal, restauran suelos y reforestan las zonas quemadas. Su tarea no se limita al combate del fuego: se trata de sostener una red. “Las brigadas no son solo las personas que suben al cerro”, explican. Son también quienes preparan comida, quienes difunden información, quienes organizan acopios. Todo es parte del mismo tejido. Es una cadena invaluable de voluntades.
“Sin cerros no habría Tepoz. Los cerros tienen relación con quienes dejan ofrendas, pero también con quienes, como yo, suben a respirar ese aire limpio”, dice La Tía. Ese valor simbólico, difícil de transmitir si no se experimenta en carne propia, es parte de lo que defiende la brigada. Se trata de restaurar el cordón umbilical con los cerros que se ha degradado, según explica Adrix, por la llegada de la tecnología que despoja de asombro a las nuevas generaciones, el cambio en la cultura y la educación, y la llegada de personas que, lejos de vivir en Tepoz, “viven de Tepoz” sin dar nada a cambio, dice Adrix. Por eso, para cuidar a los cerros “no solo hay que amar lo que más resalta; cada rincón de Tepoz debe ser amado y valorado”, dice Adrix mientras recuerda su infancia trepada en los árboles del corral, comiendo ciruelas, zapotes y naranjas por el cerro del hombre (tlacatepetl) –que dice, quiere que sea su tumba cuando muera–.
Cuidar el cerro es la forma más nítida que tienen de cultivar la esperanza mientras ven crecer la mancha urbana y el desgaste de los cerros, por ejemplo, la falta de agua en temporadas de secas, misma que abundaba en su juventud. “Los cerros son nuestros guardianes. Mi abuela y mi bisabuela me decían que nunca me fuera del pueblo, porque cuando se acabe el mundo, se van a levantar los guardianes y nos van a proteger a todos”, dice Adrix. Se sienten afortunadas de poder cuidar hoy los cerros cuando en muchos lugares del país las personas que luchan por el medio ambiente son asesinadas; de 2020 a 2024, 123 defensores ambientales perdieron la vida, según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda).
Cómo cuidar a los cerros

Hay muchas formas de cuidar a los cerros, comenzando por dimensionar no solo su belleza, sino su importancia ecosistémica, biocultural. Algunas muy puntuales son:
- Respetar la beda. “Es como cuando estás enfermo y para recuperarte no necesitas vistas”, dice La Tía. “El cerro se tiene que recuperar, necesita estar en clama y no recibir visitas”.
- No subir con perros. Molestan a las especies nativas, pueden transmitir enfermedades y cambian las rutas de tránsito de la fauna.
- Sumarse cuando haya actividades, como en actividades de reforestación, limpieza de barrancas o cualquier iniciativa.
Otras implican una práctica cotidiana de reconocer a Tepoztlán, atestiguar el tipo de vida que brota de su territorio desde tiempos inmemorables y ser partícipe de lo posible. Y es que el trabajo de la Brigada Tepeyollotl revela algo que la modernidad busca olvidar: que la ecología no se trata solo de especies, sino de relaciones. Que un territorio sano depende de una comunidad viva, justa y igualitaria, que resuena con sus cerros, valles, milpas, cuevas y cuerpos de agua.
Contaca a la Brigada Tepeyollotl
La brigada Tepeyollotl está abierta a colaborar con cualquier mujer que quiera. Si tú eres una de ellas, puedes ponerte en contacto con la brigada a través de sus redes sociales.
